miércoles, 8 de diciembre de 2010

Los Rastafaris y el dilema entre resistencia e incorporación



El Reggae, Bob Marley, las rastas, la marihuana y los colores verde, amarillo y rojo (mal interpretados por muchos jóvenes como colores jamaiquinos). Todo un compendio de signos que describen al rastafari que llegó a todos los rincones del mundo, con el reggae de la mano. Todos esos elementos están relacionados de alguna manera, pero nada más que en una superficie estigmatizada, globalizados en forma resumida. Pero la subcultura de los rastas va mucho más allá. Tiene una complejidad y profundidad tal, que fácilmente desnuda los mecanismos con los que las subculturas y culturas juveniles surgen y luego trascienden. Emergida en el choque entre los africanos esclavizados y la cultura occidental que los incorpora, es un intento de resistencia y liberación, pero que nunca estará libre de contaminación. Una cultura dominante que la condiciona a la hora de formarse, e incluso luego se da el lujo de reeditarla y acoplarla a las lógicas de mercado y a los medios de comunicación; que la globalizan y la llevan, especialmente, a los jóvenes de todo el mundo.



John Clarke explicó que las subculturas, están marcadas por una búsqueda de soluciones mágicas. Se caracterizan por identificar los problemas donde no surgen realmente, y las soluciones en donde no están. En lugares como el ocio y el consumo. El autor británico, además, trae el concepto de Levi-Strauss, bricolage, para explicar el “reordenamiento y la recontextualización de los objetos para comunicar significados nuevos dentro de un sistema total de significados” . Tomando la subcultura rastafari, estos procesos se pueden encontrar en todos sus momentos. Desde su aparición en Jamaica como un verdadero movimiento, hasta la misma globalización de sus signos, como las rastas y el reggae.

Dick Hebdige dedicó una publicación al “Reggae, rastas y rudies”, en donde desarrolló la historia de los rastafaris y sus distintas herencias. Cuenta que los rastafaris tuvieron su origen en Jamaica, marcados eternamente por la diáspora africana. El negro jamaiquino permaneció suspendido de forma inquietante entre dos mundos. “Sacrifica el lugar en el mundo real para ocupar una posición exaltada en alguna dimensión interior imaginativa en donde la acción se disuelve en el ser, en donde el movimiento queda invalidado o es difícil en el mejor de los casos, en donde las soluciones son más religiosas que revolucionarias” dice Hebdige . Esto ayuda a entender el movimiento rastafari, que pregona el amor y la paz, en vez de una revolución. Pide especialmente la repatriación a sus tierras, pero llevando a cabo una búsqueda interna. Se puede evidenciar en ellos esa especie de solución mágica a la que hacía referencia Clarke. Justamente en la religión se encuentra el núcleo del rastafarismo.

Hebdige cuenta como el esclavo tomó la doctrina cristiana del hombre blanco. Aprendió la doctrina cristiana y trasplantó las creencias paganas que había traído de África. Pero el medio religioso en el que evolucionó el rastafarismo exigía una mitología bíblica, la cual tuvo que ser reapropiada para servir a una serie de necesidades culturales diferentes. Mediante un proceso de redefinición se usaron las escrituras, que hasta el momento bloqueaban el potencial negro. La biblia fue tomada, leída y devuelta rudamente. En estas formulaciones convergían y encontraban solución inmediata y simultánea a los problemas religiosos y raciales que habían preocupado durante siglos al negro jamaiquino. Tomaron la biblia para resignificarla e incluso adoptando la terminología judía; utilizando el León de Judah, o conceptos como Sión, para reconocer a la tierra prometida, y Babilonia, para remitir al occidente hostil.

El documental “Rastafaris y la mística de Bob Marley” explica algunos momentos clave que originaron el movimiento. En 1920 el periodista y político Marcus Garvey, pilar en la lucha por los derechos de los negros, pronosticó: “Miren a África donde un rey negro será coronado, porque el día de la liberación se acerca”. Más tarde, en 1931, se coronó a Tafari Makonen en Etiopía. Según el Kebra Nagast, libro de la Iglesia Copta, encargada de difundir el cristianismo en África; Tafari era descendiente directo del Rey Salomón, de la misma sangre de Jesús. Ras (que significa príncipe) Tafari; pasó a ser el emperador Haile Selassie I, el rey negro que había pronosticado Marcus Garvey. El dios en vida para los que habían sufrido la diáspora y ansiaban por la repatriación. El rastafarismo mezcló el judaísmo y el cristianismo y adoptó a Ras Tafari como su dios en vida. Al igual que los judíos, buscan la tierra prometida: Sión, pero no es Jerusalén. Es Etiopía, un lugar bíblico, donde los rastas dicen que se originó la vida humana. “La Biblia original se escribió en geetz, el lenguaje de la Iglesia en Etiopía” dice Junior Marvin, guitarrista de The Wailers (banda de Bob Marley), en el documental.

Hebdige explica en su libro como los rastafaris sirvieron de instrumento para la reinversión simbólica. Las razas negras fueron interpretadas como los verdaderos israelitas y Salomón y Saba como los antepasados negros de Haile Selassie, el dios negro. Todos los negros son etíopes y el gobierno jamaicano no es su gobierno. El único gobierno verdadero es la teocracia del emperador Haile Selassie. El capitalismo es el sistema de Babilonia. El matrimonio por la iglesia es pecaminoso. Alcohol y juego prohibidos. “Para mí ser rasta es un intento de corregir el mundo” dice Ras Mel Glover, guitarrista de The Wailers en el documental citado. También aparece el cantante, poeta y escritor Benjamin Zephaniah, nacido en Birmingham y reconocido con un doctorado honorario por la Universidad de Birmingham por sus escritos. “Rasta para mi es la forma de reconocer a dios, busqué a dios en el catolicismo, en el islamismo, en todo tipo de cosas. En el hindiusmo… pero para mí, rasta en realidad me hizo ver a dios, no sólo en el sentido espiritual, sino también en el físico. Dios en mí” cuenta Zephaniah. Por su parte, Garry Pine, actual voz de The Wailers, da un ejemplo de esta reinversión simbólica: “¿Quién sabe de verdad acerca de Jesús? Puedo decir que Jesús es rasta o negro… nos trajeron y nos dijeron que alabar, pero ahora tenemos nuestra identidad”.

El autor español Carles Feixa Pampols habla de las condiciones sociales y de las imágenes culturales como lugares para analizar las culturas juveniles o subculturas. Dentro de las condiciones sociales, explica como se construyen con materiales provenientes de las identidades generacionales, de género, de clase, de territorio y de etnia. En el análisis de las imágenes culturales, entendidas como “atributos ideológicos simbólicos asignados y/o apropiados” , retoma el concepto de bricolage, para explicar como objetos simbólicos inconexos son reordenados y recontextualizados para comunicar nuevos significados. También utiliza el término homología, para definir la simbiosis entre artefactos, estilo y la identidad de grupo. Dentro de las imágenes culturales, establece como ejes el lenguaje, la música, la estética, las producciones culturales y las actividades focales.

Abordando el lenguaje como uno de los ejes de las imágenes culturales, se puede destacar la creación de lenguaje que los rastas llevaron a cabo, tomando prestado elementos de sociolectos anteriores, haciendo uso de metáforas, inversión semántica y juegos lingüísticos. Es de lo más notorio la metáfora de Babilonia, para referirse a occidente. Babilonia deviene de Babel, que remite a la confusión. A su vez, un juego lingüístico atado a sus más profundas convicciones, utilizando el “I and I”, es decir, Yo y Yo, para demostrar que todos somos uno, y que la llegada de la segunda persona del plural, “tu”, sólo trajo peleas y separaciones. Los rastas dicen yo en vez de tu. En cuanto a la estética, los dreadlocks de los rastas muestran el elemento visible de mayor identificación. Los Dreadlocks simbolizan la cabellera de león, de los antiguos guerreros etíopes, también utilizada en movimientos de resistencia africana en el Caribe, conocidos como guerrerros nyahbinghi. “Mostramos a babilonia que somos fuertes y gente paz, porque no queremos vivir la vida de babilonia” dice Garry Pine en el documental. A su vez el pelo largo y la barba, vienen de los nazarenos y la espiritualidad de Dios. No se cortarán el pelo, hasta la liberación de babilonia. “Ninguna navaja tocará la cabeza, hasta que se cumplan los días de su separación de Jehová”, dice la Biblia .

La música siempre fue su canal para comunicarse y su mayor producción cultural, pero, los más tradicionales, prefieren mantenerse reclusos en las afuera de las ciudades, viviendo una vida natural. Adornan sus territorios con los colores verde, amarillo y rojo, y agregan el león coronado, es un el León de Judah, coronado como león de Sión, pero con los colores de Etiopía y con una cruz, para demostrar que son cristianos. También cuelgan carteles con frases de la biblia, mensajes de amor, o incluso identificando al blanco con el mal. De todas maneras, para los rastas la forma preferida para comunicarse son las actividades focales, especialmente los ritos religiosos, en donde entra, por ejemplo, la utilización del humo en los rituales. La teología rasta tiene su sacramento: la marihuana para alcanzar a dios. No hace falta fumarla, pueden quemarla y decir una plegaria. Cuentan que en Jerusalén, existía el Ketorit Asamim, que era agregarle olor a hierbas al acto religioso. En las montañas, los más comprometidos, hacen rituales para cruzar el Atlántico, tienen a la religión como rutina, como trabajo diario, en horarios en donde medio mundo está durmiendo ellos ya están haciendo cosas. En busca de la resurrección, la redención y la repatriación, preparándose para ese día. Todo esto está documentado en “Rastafaris y la mística de Bob Marley”, donde se puede observar el particular modo de vida de los rastas.
Sin embargo, estas prácticas quedan en los más comprometidos. Feixa Pampols explica que la universalización del estilo, es un arma de doble filo, porque facilita su apropiación comercial. Junior Marvin confiesa que “no importa que ropa uses, color de tu cabello, color de tu piel o en qué categoría de raza te coloquen, es irrelevante”. Se refiere a que el movimiento rasta privilegia un proceso interno. Sin embargo, la ropa, el color y estilo de cabello no pudieron eludir esa apropiación a la que se refiere el autor español.

Nos quedó uno de los ejes de las imágenes culturales. La música. Central en la mayoría de los estilos juveniles, al mostrar ídolos musicales jóvenes, como uno mismo. Es una de las vías por las cuales las subculturas rompen sus fronteras, pero a su vez está involucrada en sus procesos de fundación. En los rastas, la música siempre fue un elemento fundamental. El reggae, y sus herencias, explican los distintos procesos que fueron cambiando a los jóvenes en Jamaica. Al mismo tiempo, éste no es la referencia musical para los rastafaris. El reggae no forma parte del orden ceremonial rasta, que prefiere la música Nyahbinghi, a base de tambores. De todas maneras, como eje central de esta subcultura, la relación con la música seguirá siendo desarrollada a lo largo del texto.

De la violencia al amor. Esperando el Día del Juicio Final.

Néstor García-Canclini , teorizó sobre una constante en los jóvenes. Se preocupó por las acciones despolitizadas de la juventud, que suelen participar en causas más que en organizaciones. No aspiran a obtener el poder y controlar el estado. Causas con una potencia enunciativa que radica en su propia inviabilidad. Esto es visible no sólo en los jóvenes que adoptan la superficie de la cultura rasta (el reggae, la marihuana, los dreads y los mensajes de amor y paz), sino que también se pueden ver algunos elementos en la propia raíz del movimiento. Los rastafaris piden una repatriación, algo sin dudas inviable en términos generales. Ni siquiera viajando a África alcanzaran su cometido, que radica en otro lado, en un viaje interno, en uno mismo. “Pensar en la repatriación es algo que uno hace desde adentro. Uno debe encontrar su hogar adentro, no afuera. Entonces puedes repatriarte en cualquier sitio mientras tengas dentro de ti el sentimiento de amor” agrega Junior Marvin. El autor Dick Hebdige asegura que el Día del Juicio Final no está nunca remoto: siempre es pasado mañana. Es un día querido en los corazones de los rastas y rudies, para quienes significa redistribución de un poder secular exclusivo.
Pero ese día, no tiene una fecha fija, ni una búsqueda concreta. Cuestiona el sistema, pero no propone soluciones efectivas, más allá de comer comida natural o vivir en las montañas. Las soluciones las buscan en uno mismo, en esperar el momento de la redención, la repatriación; en otra vida, no en esta. Clarke tenía razón cuando hablaba de soluciones mágicas. La violencia anti sistémica de los rude boys de Jamaica e incluso de algunos grupos de los propios rastas, fue absorbida por el mensaje de amor. Hebdige profundiza sobre los distintos grupos que habitaban Jamaica:

El ímpetu africanizante se estaba revelando ya en el desarrollo del movimiento rastarari y en los desilusionados jóvenes desempleados. Los Locksmen eran un núcleo militante del movimiento rasta. En los ’50 llegaba el Rythm and Blues americano. Aparecían los Disc Jockeys y el ska. Al igual que con el lenguaje y la religión, se da la distorsión de la forma original, en una alquimia que transformó el soul en ska, y que no fue simple. “La música importada interactuó con las formas subterráneas establecidas traídas desde África, y tales formas dejaron una marca indeleble en la semántica del ska” dice Hebdige . Los Locksmen comenzaban a enfrentarse con la policía en los ’50 y los rastas abrazaban el estatus de fuera de la ley. Se apropiaron de la danza burra, utilizada para recibir a los criminales cuando eran liberados, y la transformaron en niyabinghi, música característica del rastafarismo, que llevaba traducidos los valores criminales con un compromiso abierto a la violencia terrorista. En los ’60 aparece el ska en su plenitud, que luego se alteraría para convertirse en rocksteady, que después se haría más lento, dando nacimiento al reggae. Por su parte, los jóvenes imitaban la postura de renuncia de los locksmen. Mientras tanto, los rude boys llevaban la imagen del ska, que tenía herencia del soul americano, lo que se veía traducido en ropas ostentosas y mucha confianza personal. Se encontraban con la policía, bailaban en la oscuridad. Los rude boys saqueaban y mataban, pero los policías reprimían. Las autoridades siempre triunfan.

Siempre había una autoridad; ahí es donde vuelve el reggae con su Día del Juicio Final. Los rastas le cantan al “día en que el terrible juez se consuma en su propio fuego”. El período anárquico de los rude boys, fue seguido por el actuar con verdad, hablar con verdad, aprender a amarse unos a otros; y la advertencia a los rude boys disidentes que la verdad es la mejor arma. Aparecen rupturas con el Rythm and Blues, y la música se hizo más étnica, menos frenética, más pensativa, y en las letras comenzaron a insinuarse de modo más indiscreto las metáforas políticas y la densa mitología de los locksmen. Acá aparece Bob Marley y The Wailers. Los rude boys comenzaron a reunirse alrededor de los locksmen y empezaron a llevar gorras de lana con los colores verde, amarillo y rojo de la bandera etíope como un modo de proclamar su alejamiento respecto a occidente. Consciencia de clase y color de los rude boy. Los rastas comenzaron a separarse de las acciones violentas y los rude boys ya estaban saturados del ska, adoptaron a los losckmens como referencia. El reggae se mantuvo. Música y palabras sincronizadas, con sonido abstracto y lenguaje corporal. Ese fue el campo para los muchachos jamaiquinos.

La interpelación del mercado

Podemos volver a Clarke para explicar como los medios desnudan el estilo nativo para hacer su propia comunicación simbólica, reelaboración y reapropiación. El autor distingue dos momentos fundamentales en este proceso: La difusión y la difumación. En cuanto a la difusión, Clarke explica como el estilo se relaciona con la manipulación comercial; en un proceso donde la cultura dominante saca provecho de los estilos culturales nativos, y lo caracteriza como estereotipo. “Los medios seleccionan aquellos aspectos de estilo que van a ser considerados públicos de acuerdo con la percepción de la cultura dominante sobre su significado” . Los que comparten totalmente la cultura dominante, decodifican las rastas y la marihuana como negativo. Pero Clarke explica que los adolescentes pueden desviar esa lectura negativa e interpretar en forma positiva, leyendo potenciales conexiones con sus actividades. Es así como lo adoptan. Pero el resultado no es una forma pura. “Con el marketing, se pierde la relación primaria con los elementos simbólicos. La estandarización de productos económicos y novedades vendibles, facilitada por la práctica de desarrollar una fórmula para la tendencia particular, y explotándola hasta la última venta.” , define. En cuanto a la difumación, el autor desarrolla como el estilo particular es desplazado del contexto original y del grupo donde es generado, y retomado con el énfasis en aquellos elementos que lo hacen una propuesta comercial. Un estilo que existe como un estilo de vida total, se transforma en estilo de consumo novedoso. Es evidente como las colores de Etiopía, el León Coronado y fundamentalmente las rastas, pasaron por este proceso, y hoy son emblema de muchos jóvenes, que poco conocen el verdadero estilo de vida rasta. Clarke define que “los elementos simbólicos, propiamente la ropa y la música, son apartados del contexto de las relaciones sociales, como elementos más codiciados para ‘promocionar’ en la base más amplia del mercado juvenil” .

La autora Anee Beezer asegura que “las representaciones de los medios proporcionan el marco ideológico dentro del cual las subculturas se pueden representar a sí mismas, dando la forma y delimitando lo que pueden decir” . Beezer explica como la subversión es seguida por la incorporación. La aparición de Bob Marley es la materialización emblemática de este suceso. “Éxodo, movimiento de la gente de Jehová…estamos abandonando Babilonia”, canta Marley en el álbum Éxodo, elegido como mejor álbum del Siglo XX para la revista inglesa Times. En los `70 alcanzó la fama y le mostró al mundo el movimiento, pero los rastafaris ortodoxos rechazaron al reggae y a Bob Marley como una forma comercial vendida a Babilonia. Marley transmitía los mensajes religiosos e incluso intentaba despertar a los pueblos, pidiéndoles que luchen por sus derechos, “Levántate, ponte de pie, no dejes de luchar, levántate, ponte de pie por tus derechos” cantaba (incluso recibió un disparo en 1976, en una embocada que fue adjudicada por muchos a la CIA). Su muerte joven, en 1981, a los 36 años, le dio más fuerza a su imagen, inmortalizada en la juventud, adoptada como bandera por una juventud que empezó a copiar su look, cantar sus canciones y a darle importancia al amor y a la unidad. Pero no mucho más. “Acá hay muy pocas bandas que lo adoptan (al rastafarismo), en realidad siempre se habla de rastafarismo como una forma de vida y tomar las cosas de manera más natural, pero no se habla mucho de Haile Selassie, ni de Etiopía, ni de África.” , explicó Pety, la voz líder de Riddim, una de las bandas más importantes de reggae en el país. “El rastafarismo no es un look. (los que lo adoptan como look) Es porque no están interiorizados. Es como si vos te dejaras un kipá de un rabino todo el tiempo y a veces te llega hasta la falta de respeto”, concluyó.

Desde la emergencia de un grupo religioso de africanos esclavizados, hasta los jóvenes que fuman marihuana y asisten a los recitales de reggae; todos los procesos culturales negocian con la cultura dominante. No es posible hablar sobre una forma absolutamente pura.

Bibliografía:

· Clarke, John, “Estilo” en Revista Oficios Terrestres

· Hebdige,D, “Reggae, rastas y rudies”, en Curran, J. y otros,Sociedad y comunicación de masas, México, FCE, 1981

· Feixa Pampols, Carles, “De las culturas juveniles al estilo”, en Nueva Antropología, n.50, México, 1996

· García Canclini,N, “En una época sin respuestas políticas.Culturas Juveniles”, en revista Telos, n.56, Madrid, 2003

· Beezer, Anne, “Dick Hebdige. Subcultura. El significado de estilo” en Introducción de los estudios culturales, Barcelona, Bosch, 2004, pág 124

· Documental “Rastafaris y la mística de Boba Marlye”, realizado por Canal Infinito, 2005, con investigación de Darío Bermúdez. Dirigido por Nico Cane.

· Entrevista a Pety, voz y líder de Riddim, hecha por el autor, Septiembre 2010. http://raspaqueteraspa.blogspot.com/2010/09/reggae-la-planta.html



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